Este proyecto nace en la bahía de Alcudia, frente a un mar que se curva en el horizonte y nos recuerda las especulaciones de los primeros filósofos acerca de la esfericidad de Dios. Cuando Blaise Pascal afirma que “Dios es una esfera infinita cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna" está haciéndose eco de una larga tradición filosófica.

Un círculo con un centro ubicuo es una geografía que satisface nuestra imaginación panteísta. Cualquiera de nosotros es un centro de ese formidable tapiz en el que la más pequeña de las partículas está completamente interpenetrada por todo aquello que la trasciende. En la Cena de las cenizas, Giordano Bruno dice que “el mundo es el efecto infinito de una causa infinita y que la divinidad está más cerca y más dentro de nosotros de lo que lo estamos nosotros mismos añade, "Con seguridad podemos afirmar que el Universo es todo él centro, o que el centro del Universo está en todas partes”.

Con este sentimiento (antes que una idea bien vertebrada, todo proyecto es una imagen liminar asociada a una emoción), la evolución de la fantasía de un centro ubicuo fue llevándonos a la formalizacion de elementos esféricos que se recortan contra la infinitud del horizonte y que pronto se convirtieron en piezas de un puzzle incomprensible del que dejábamos algunas notas en nuestro cuaderno de bitácora. La primera fue una sola esfera que nos recordó  esa hermosa cosmogonía de Empédocles de Agrigento en la que los cuatro elementos forman una esfera que “exulta en su soledad circular". El 18 de enero de 2012 pegamos la primera impresión en el cuaderno del proyecto. Y anotamos: “Este cuaderno está hecho de mar y de preguntas. Del mar que arrecia y empapa las preguntas y las deja a la orilla, mezcladas con las ramas y los esqueletos

que abandona y

llueve

eterna

               mente llueve

sobre el Joyce que dejamos abierto en la mesilla,

sobre la cruz de Malta y sobre el lecho

flamígero del mundo. Y es hermoso,

a ratos es hermoso,

saberse derrotado de antemano.”

Un esplendor spinozista nos invadía por dentro y se dejaba traslucir en la enigmática grandeza de la luz. Más tarde configuramos series de esferas de tamaños decrecientes según la Divina Proporción con la que imaginamos el juego metafísico de un dios geómetra. Proporción con la que diseñamos, también, nuestros rectángulos de 1,618m2 de cielo. Fue entonces cuando empezamos a soñar con los DISPOSITIVOS DE RESISTENCIA LÍRICA. Con la necesidad de aplicar el efecto mariposa a nuestros movimientos. De salpicar con golpes de conciencia a esas posibles partículas entrelazadas que nos reunirían con sensibilidades afines en un espacio común.