CÓMO NOMBRAR EL GRITO II presenta una evolución de la obra precedente, Cómo nombrar el grito I. Si en la primera de las series contemplábamos un rostro inmóvil, sucesivamente ataviado con los atributos circunstanciales que acompañan nuestras vidas, en CÓMO NOMBRAR EL GRITO II asistimos a un vaciado significativo del rostro. El no-rostro se muestra ocupado con una nueva serie de atributos que representan otros tantos aconteceres anímicos que subrayan las invariantes antropológicas de nuestra especie. La noche oscura del alma sugerida a través de un paño negro; la estabilidad de la piedra que nos invita a la contemplación serena del tiempo y de sus variaciones en una existencia concreta; la hoja de papel en blanco que evoca la posibilidad de una re-escritura creativa de nuestros sedimentos culturales, la vastedad de un universo tenazmente enigmático, el reflejo de la luz sobre la piel de un río heraclitano; la presencia de la muerte a través de la incineración de un cadáver en un ghat junto al Ganges; el paso fugitivo de una nube o la vitalidad serena de una fronda de árboles se constituyen, ahora, en otros tantos motivos que acentúan aspectos medulares del ser.